10 de marzo de 2025
El pasado martes, se celebró con gran pompa en Madrid y en toda España el entierro de la sardina. Con el entierro de la sardina, se cierran los cinco días de jolgorio y desenfreno del carnaval.
En Alucinos, los niños del Apoyo Escolar, junto con sus monitores, también lo celebraron, junto con todo el barrio de San Fermín en el Albergue, donde cantaron y bailaron

Todo el mundo conoce, el significado del entierro de la sardina, festejo que se realiza justo cuando termina el carnaval, tiempo de juergas y donde se realiza todo lo prohíbido, y justo también antes de comenzar la cuaresma, con el miércoles de ceniza. Son dos días paradigmáticos: martes de carnaval con el entierro de la sardina donde se despide el el carnaval y por ende, el festival de los sentidos y miércoles de ceniza, donde empieza una época de penitencia y espiritualidad.
Históricamente estas fiestas se remontan desde la antigua Babilonia, donde un sacerdote de culto a Baal relata la existencia de una fiesta que comenzaba el 15 del mes de lous (Julio). Durante cinco días, las jerarquías se trastocan, los servidores dan órdenes a sus amos, un prisionero revestido con las insignias del rey reinante ocupa su lugar, se exhibe sentado en su trono, come en su mesa los mejores platos y se acuesta con sus esposas antes de ser muerto en la tarde del quinto día, cuando se quita el vestido y es azotado antes de ser empalado o colgado.

De igual manera se van a encontrar fiestas semejantes en las distintas culturas, donde, como es apenas natural lo que cambia es el contexto, pues lo subvertible depende del tipo de poder que se impone y en consecuencia lo que se quiere controlar por inversión. Es en el Medioevo cuando aparece la palabra carnaval para designar una fiesta que tiene todas las características de descritas anteriormente; en la medida que permite lo que prohíbe, sin entrar en contradicción con los procedimientos corrientes de ejercicio y reproducción del poder.
El cristianismo creó una lógica del pensamiento a partir de parejas simétricas de oposición en las que uno de los términos queda incluido, entendiendo por tal, lo permitido, lo reconocido, lo transmisible, lo correcto, lo que agrada a Dios y en consecuencia lo que conduce a la salvación eterna. Y el otro término, exactamente su opuesto y en ese sentido creado desde lo permitido, es lo excluido, es decir, lo no permitido, lo no reconocido, lo no correcto, lo que no agrada Dios y en consecuencia lo que conduce a la condena eterna. Este dualismo se ha perpetuado dentro del área de influencia del cristianismo y es parte integral de la forma de pensamiento y de vivencia del ser humano que vive y ha vivido dentro de la llamada cultura occidental. Es dentro de ese contexto y esa lógica de inclusión y exclusión que va a nacer el carnaval medieval y donde por un lapso de cuatro días al año, donde los más importantes son el lunes y el martes –mardi gras- donde la palabra gras, hace referencia directamente a la comida grasosa que en abundancia se comía ese día – el cuadro de Bruegel titulado “El combate de carnaval y de cuaresma” en el que en un primer plano se representa el combate de Cuaresma y Carnal representados por el pescado y el cero, es un buen ejemplo. Durante eses días se va a permitir la inversión de esos valores, es decir, se va a dar una permeabilidad en el tiempo y el espacio para poder prohibir con mayor rigor y de esta manera ratificar el poder establecido. El martes terminaba siendo el día mas importante, en la medida que se vivenciaba como el último momento de permisibilidad. Para ese día se reservaba el gran espectáculo: desfile de carrozas, danzas, comparsas, burlas, inversión de valores y poderes, y la gran comida en que a gula y el exceso eran lo bien visto, por ser el último momento para expresar una libertad reprimida, que al día siguiente con el inicio de la cuaresme quedaba suprimida y todas esas manifestaciones serian consideradas como libertinaje, corrupción y en general modelos de lo que debía ser castigado por un poder que se ratificaba y justificaba a partir de la identificación y encarnación con los principios normativos que excluían esos valores y en consecuencia permitían practicar el castigo, para de esta manera ratificar lo que era “bueno” y sanciona
Fotografías de carnaval en Madrid de principio del siglo XX
Referencia:
Para terminar, resaltar que la “cultura carnavalesca” es un modo politeísta de ver el mundo. Un mundo en el que todos tengan cabida de la misma forma que la tienen en la fiesta
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